jueves, 12 de febrero de 2009

Evanxeo do 15 de Febreiro de 2009

Si quieres, puedes limpiarnos

Domingo VI T. Ordinario. Ciclo B
Lv 13, 1-2.44-46; Sal 31, 1-2.5.11; 1Co 10, 31-11,1; Mc 1, 40-45



Podríamos comenzar hoy nuestra reflexión de la Palabra de Dios haciéndonos una pregunta: ¿Qué pedimos a Dios?

La respuesta que demos nos llevará a evaluar y calificar el estado de salud de nuestra vida religiosa.

Hoy el evangelista san Marcos, nos pone frente a un leproso que se encuentra con Jesús. Aquel encuentro le lleva a una petición que encierra un deseo vital e importante para aquel hombre: Señor, ¡que quede limpio!

Y es que, para aquel hombre, quedar limpio era cierta y verdaderamente volver a la vida. Aquel hombre lo pidió espontáneamente y nosotros, aquí y ahora ¿qué pedimos a Dios?

Pedimos dinero, éxito, empleo, novio o novia, salud. Otros intentarán ganarse con sus devociones un rinconcito en el cielo. Todo esto está muy bien, pero no es suficiente ni me parece que deba ser ésa la auténtica relación de un cristiano con Dios.

Está claro que la auténtica relación, diálogo o petición que hemos de dirigir a Dios nace en la oración tan sabida, tan rezada, tan repetida por todos… pero quizás tan poco vivida y experimentada: EL PADRE NUESTRO

1) Venga tu Reino. 2) Hágase tu voluntad. 3) Danos el pan de cada día. 4) Perdona nuestras ofensas. 5) No nos dejes caer en tentación. 6) Líbranos del mal.

La petición de aquel hombre tenía mucho que ver con la oración que Jesús quiere: “Que quede limpio”. Dame el pan de cada día… pero que a pesar de todo se haga siempre tu voluntad. Volvamos a repetir hoy insistentemente aquel la oración confiada: Señor ¡que quede limpio!, limpio de egoísmo, de avaricia, de soberbia, de vanidad.

Y conseguida esa limpieza veríamos claramente cuáles deberíamos enterrar para siempre en el baúl de los recuerdos y no sacarlas nunca.

Hagamos nuestra para siempre la oración que Cristo nos enseñó y compartámosla con los demás.

¡Feliz domingo con Jesús!

Damián Ramírez Lozano, sacerdote

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