martes, 30 de marzo de 2010

Horarios de la Semana Santa

Jueves Santo:

10:30 h. LAMAS
12:00 h. SANTA MARIÑA DO MONTE
16:30 h. PEDROSO
18:30 h. SAN SADURNIÑO

20:00 h. Oración de Getsemaní en la Capilla de BELÉN.

Viernes Santo:

11:00 h. Procesión de bajada de la Virgen de los Dolores desde
la Capilla de Belén a la Parroquial de San Sadurniño.
12:00 h. Oración Interparroquial en SAN SADURNIÑO.
16:00 h. Vía Crucis en SANTA MARIÑA DO MONTE.
17:00 h. Celebración de los Oficios, LAMAS.

Sábado Santo:

11:00 h. Oración de la ESPERANZA en la Parroquial de PEDROSO.

21:30 h. VIGILIA PASCUAL, SAN SADURNIÑO

Domingo de Resurrección. Horarios habituales de las Parroquias.

En San Sadurniño no habrá Eucaristía dado que ya se ha celebrado
en la Vigilía Pascual ( la celebración más importante del año para los
cristianos ), por este motivo la celebración de San Sadurniño será la
del Vía Lucis, oración que promocionó de un modo especial Juan Pablo II.

lunes, 29 de marzo de 2010

Alerta Naranja


En estos momentos se está notando el temporal en el edificio del Convento del Rosario aunque de momento no se han producido daños. La intensidad a las once de la noche ha sido bastante. Se preveían vientos de 130 kilómetros por hora y, por lo que se nota, se están cumpliendo.

miércoles, 17 de marzo de 2010

martes, 16 de marzo de 2010

El regreso del Hijo Pródigo. El gran cuadro de Rembrant


Título:"El regreso del hijo pródigo"
Autor:Harmensz von Rijn Rembrandt
Cronología:1666 - 1669 (circa)
Técnica:óleo sobre lienzo
Dimensiones:262 x 210.5 cm.
Estilo: Barroco
Ubicación: Museo Ermitage (Leningrado)
Tema: Se trata de un tema religioso extraído de las Sagradas Escrituras. Este lienzo es la representación pictórica de la parábola evangélica del hijo pródigo, en la cual el menor de dos hermanos, después de pedir a su padre la parte de la herencia que le correspondía y de haberla dilapidado llevando una vida disoluta lejos del hogar, se presenta ante él arrepentido y recibe su amoroso perdón.

En este lienzo aparecen cinco personajes masculinos en un espacio de características inapreciables. En un primer plano y de espaldas al espectador, un joven aparece arrodillado y recostando su cabeza, ligeramente girada a la derecha, sobre el regazo de un anciano, su padre.
Los pies del joven reflejan la historia de un viaje humillante: el pie izquierdo, fuera del calzado, muestra una cicatriz, al mismo tiempo que la sandalia del pie derecho está rota. La ropa es vieja, de color amarillento y marrón, está estropeada, y el personaje ha sido representado con la cabeza rapada. Sin embargo, lleva ceñida a la cintura una pequeña espada. Su rostro no se advierte, pues el joven lo hunde en las vestiduras paternas.
Frente a él figura el padre, inclinado levemente sobre su hijo, posando las manos sobre su espalda. Las vestiduras del anciano están cubiertas por un manto rojo y por debajo de éste asoman las mangas de una túnica de color ocre con reflejos de un dorado verdoso que contrasta con los vestidos harapientos del joven.
La luz inunda el rostro del padre, que dirige la mirada hacia abajo resaltando la emotividad de la escena, aunque el núcleo de la misma reside, sin duda alguna en el gesto sencillo de sus manos, representadas de forma distinta. Así pues, la mano izquierda se apoya con firmeza y mayor vigor sobre el hombro del muchacho y la mano derecha lo hace con delicadeza. Con este sencillo gesto del anciano , unido al de su rostro, Rembrandt transmite todo el dramatismo de la escena. Visiblemente es este personaje el que concentra la máxima luminosidad del cuadro. Padre e hijo menor, aunque no ocupen el centro de la composición, sí se convierten en el grupo humano más importante del mismo. Rembrandt mostró en numerosas ocasiones su interés por las figuras de ancianos. La vejez era la edad para él ideal, la que le ofrecía la oportunidad de mostrar la riqueza interior que ofrecen el sufrimiento y la experiencia.
A la derecha del grupo anterior se sitúa el hermano mayor. Existe un parecido entre éste y su padre, tanto por la barba como por sus atuendos. Es un hombre alto,de postura señorial y rígida , lo cual se acentúa con el fino bastón que sostiene entre sus manos. Su mirada aparece fría y distante, a diferencia de la del padre, que es tierna y acogedora. Nada tienen que ver tampoco sus manos con las de su progenitor: si el padre con sus manos extendidas da acogida al hermano menor, el recogimiento de las suyas insinúa un cierto rechazo. Cabe destacar también que se mantiene apartado de la escena principal,lo que corrobora que no parece ser un alejamiento sólo físico. Una tercera contraposición se podría establecer en la forma con que Rembrandt trata la luz que incide sobre su rostro y la que utiliza para iluminar el rostro del padre: la primera, es fría y estrecha; la segunda, cálida y amplia.
Completan el cuadro dos personajes más, un hombre sentado que se golpea en el pecho, posiblemente un administrador, y, en último término un recaudador de impuestos al que tan sólo se le intuye el rostro, totalmente ensombrecido y, por tanto, difuso. Estos dos personajes son también testigos de los hechos que están teniendo lugar, pero su papel es secundario. Rembrandt ha querido otorgar el protagonismo a las otras tres figuras, que se agrupan originando dos centros (padre y hermano menor a la izquierda, y hermano mayor a la derecha). Destaca ante el espectador el espacio que se abre entre ambos grupos y que ocupa el centro de la composición.
Esta obra es un ejemplo de la gran potencia expresiva de su autor y reflejo de su audacia y libertad en la pincelada, rasgos que se hicieron extremos en los cuadros que pintó a finales de la década de los sesenta. Se trata de un cuadro de gran fuerza realista, sobre todo por la enorme penetración psicológica de los personajes y por la armonía cromática conseguida. La escena no muestra una emoción violenta sino una calma que confiere a las figuras un carácter prácticamente escultórico con el objetivo de transmitir perdurabilidad. No menos significativas son la expresividad de la luz, la gama cromática utilizada, la técnica y la sencillez compositiva. En cuanto a la luz, gracias a su oscilación las figuras quedan conectadas al espacio que las rodea y el mismo espacio se integra en la representación, es decir, espacio y figuras se convierten en algo inseparable e igualmente expresivos.En este lienzo Rembrandt interpreta con solemnidad la idea cristiana del perdón, al mismo tiempo que transmite su profunda comprensión de la condición humana y del sentimiento religioso. Su predilección por este tema se remonta ya al 1636, momento en que pinta una tela en la que aparece un hijo pródigo vividor con una jarra de vino junto a una dama en una taberna. Posteriormente, realiza un aguafuerte en el que representa el momento del regreso del hijo pródigo. En él, el padre y el hijo menor aparecen de perfil en el umbral de la casa paterna, a través del cual se dejan ver el resto de los personajes. Rembrandt en esta ocasión pone más enfasis a la pobreza del hijo que en su retorno. En cambio, en el cuadro que nos ocupa, el tema se concibe de forma distinta, ya que el autor lo despoja de toda anécdota y el padre se convierte en el protagonista, que con su abrazo absorbe la pobreza del hijo. En cualquiera de los casos, parece que el estudio repetido de este tema permite trazar un recorrido artístico y humano de la implicación de Rembrandt con el personaje evangélico del hijo pródigo.
El regreso del hijo pródigo es un cuadro repleto de simbolismos a través de los cuales Rembrandt quiere aquí mostrar el poder y la ternura de Dios que perdona, acoge e ilumina a la humanidad abatida y pecadora que acude al refugio de la gracia divina. Desde sus comienzos como artista independiente, Rembrandt empezó a pintar cuadros de temática religiosa tomando como fuente de inspiración las Sagradas Escrituras. Las parábolas y los temas que resaltan los valores humanos predicados por Jesucristo y recogidos en los Evangelios los utiliza para expresar su propia fe. No obstante, no hay que olvidar que Holanda, por su adhesión al protestantismo, trataba los temas religiosos de forma distinta a como lo hacían los pintores de países católicos, pues se inspiraban directamente en la Biblia siguiendo la línea de la libre interpretación de la misma.Las dimensiones del lienzo son las propias para una pintura destinada a ocupar un lugar en una iglesia. Sin embargo, a la muerte del pintor nadie lo reclamó, hecho infrecuente en un pintor que trabajaba siempre por encargo, por lo que se supone que lo realizó por iniciativa propia. Si se tienen en cuenta las desgracias que fue sumando a lo largo de su vida, quizás tenía necesidad de un abrazo de Dios como el de la parábola evangélica. Lo cierto es que falleció teniendo delante la esperanza de esta misericordia.



lunes, 15 de marzo de 2010

Homenaje a Miguel Delibes: Miguel Delibes y el aborto


En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones en favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: «Nosotras parimos, nosotras decidimos». En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante en este dilema es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio.
La socióloga americana Priscilla Conn, en un interesante ensayo, considera el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea éste el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento en que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado. En lo concerniente a la libertad, habrá que preguntarse en qué momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de qué libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin limitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero. Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro.
Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna «progresía». En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para éstos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia.
En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podría atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podría recurrir. Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: Esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Horarios de la Semana Santa


Viernes de Dolores - 19:00 h. Vía Crucis
en el claustro de San Sadurniño

Domingo de Ramos – Los horarios habituales de las parroquias
Residencia SúaCasa: 17:30 horas

Jueves Santo – 10:30 h. Lamas
12:00 h Santa Mariña do Monte
16:30 h. Pedroso
18:30 h. San Sadurniño

22:00 h. Oración de Getsemaní en la Capilla de BELÉN

Viernes Santo – 11:00 Procesión de bajada de la Virgen
de los Dolores desde la Capilla de Belén a la parroquial.
12:00 Oración Interparroquial en San Sadurniño
17:00 Lamas, celebración de los Oficios

Sábado Santo – 11:00 Oración de la Esperanza
en la Parroquial de Pedroso

21:30 SAN SADURNIÑO, VIGILIA PASCUAL

Domingo de Resurrección – Horarios habituales de las parroquias. En San Sadurniño no habrá Eucaristía dado que ya se ha celebrado en la Vigilia Pascual (la celebración más importante del año para los cristianos), por este motivo la celebración de San Sadurniño será la del “Vía Lucis”, oración que promocionó de un modo especial Juan Pablo II.

miércoles, 3 de marzo de 2010

O noso Papa, BENEDICTO XVI, visitará Compostela o 6 de Novembro.



O Papa Benedicto XVI, visitará Santiago de Compostela o 6 de Novembro como "peregrino da fe e testemuña de Cristo Resucitado ". O Sumo Pontificé tamén visitará Barcelona para a consagración da nave central da Sagrada Familia.

É unha inmensa ledicia para toda a Igrexa Galega e en especial para Igrexa Compostelá. Unímonos nesta alegría e felicitámonos como membros da Igrexa.