viernes, 1 de febrero de 2008

O noso Bispo ante a Xornada de Mans Unidas



“MADRES SANAS, DERECHO Y ESPERANZA”

Ante la Jornada de Manos Unidas 2008


Queridos diocesanos:


“Manos Unidas” es una Organización católica que trabaja todo el año a favor del desarrollo de los países del Sur. Pero el 8 de febrero Día del Ayuno voluntario y el domingo día 10 Jornada Nacional con la Colecta contra el hambre, Manos Unidas llama a nuestras puertas y nos trae un mensaje solidario. Este año la campaña de Manos Unidas nos habla de las madres del Tercer Mundo. El lema ‘Madres sanas, derecho y esperanza’ es un toque de atención para que pensemos en los peligros de tantas mujeres que van a ser madres en los países subdesarrollados. Muchas de ellas son todavía niñas. Toda mujer debiera contar con condiciones dignas en materia de salud y bienestar a la hora de afrontar su maternidad. Pero en los países pobres millones de madres tienen muchos obstáculos para acceder a ese derecho. Manos Unidas trabaja a favor de una maternidad elegida, aceptada y vivida, sana y sin riesgos. Todo ello empleando métodos que permitan a las madres vivir la maternidad como fuente de vida, donada gratuitamente, en buenas condiciones de salud física, psíquica y espiritual. La maternidad saludable es incompatible con medios encaminados a eliminar la vida humana en el seno materno. Manos Unidas profesa que la vida, tanto de la madre como del hijo, ha de ser siempre salvaguardada con el máximo cuidado y amor.



Manos Unidas nos brinda este año la oportunidad de valorar la importancia de la madre en nuestras familias y en la sociedad. Una madre es un referente de seguridad y bienestar para sus hijos. Las madres son el sustento emocional de nuestros hogares. Gracias a ellas, a su cariño y a su trabajo, nuestras casas se convierten en hogares. Pidamos a María, esposa y madre, por todas las madres del mundo, especialmente por aquellas que atraviesan circunstancias difíciles.



Este año la colecta contra el hambre puede ser una ocasión preciosa para poner en práctica lo que el Papa Benedicto XVI nos ha recomendado en su Mensaje de Cuaresma 2008 sobre la práctica cristiana de la limosna. La limosna es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad. Nos libra de caer en la tentación de idolatrar las riquezas de este mundo; ha de hacerse en secreto. La limosna evangélica no es filantropía, sino más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos. La práctica de la limosna nos permite experimentar que –como dice la Escritura- hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20,35). Y finalmente, educa a la generosidad del amor.



Con cariño os bendice


+Manuel Sánchez Monge,

Obispo de Mondoñedo-Ferrol


1 de Febrero de 2008



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