sábado, 26 de enero de 2008

Dia da Infancia Misionera

Mañá a Igrexa celebra a Xornada da Santa Infancia ( Infancia Misonera ).

O lema deste ano é: ¡ Mans á obra !. Unha cita dos nenos, para axudar ós máis pequenos do Terceiro Mundo, coa sua oración e coa sua colaboración económica.

El lema de la infancia Misionera para este año está muy bien: “Manos a la obra”. Me gusta.

“Manos a la obra” quiere decir que aprendamos a decirle a Jesús que cuente con nosotros para todo lo que haga falta. Jesús es muy de fiar.

“Manos a la obra” es el grito que me gustaría escuchar a todos los niños del mundo a la vez. Si nos uniésemos todos:



seguro que se acababan las guerras
que se multiplicaban los parques;
que la gente recuperaba en buen humor;
que se celebraban partidos de fútbol sin árbitro;
que aparecían en los bares –en vez del “se prohíbe;

o “no se prohíbe fumar”,
otros letreros que dirían “Está permitido reír”…


“Manos a la obra” también supone que aprendemos mucho, para inventar mucho, para descubrir nuevas medicinas y nuevas energías; para hacer periódicos que sólo den buenas noticias, para ir pensando que, dentro de unos años, habrá que suplir a los misioneros que se hagan viejos.


Me parece a mí que voy a proponer en mi colegio que todos los años sorteen antes del verano entre los alumnos tres viajes a una misión. Me encantaría que me tocase. Seguro que me gustaba más ese veraneo que cualquier otro.



Y si no consigo lo del sorteo… pues entonces me propongo y os propongo que leamos mucho de misiones y que usemos internet para informarnos bien; que podamos ser los corresponsales de los misioneros en España.


Pero si yo me volviera loco, me cambiaba un trimestre por un niño del Tercer Mundo. Me iba yo a vivir donde él vive, y le dejaba mi cuarto en casa para que él viva y estudie donde yo. Sería un intercambio “guai”. ¿Es una locura? No creo.


En fin, la fiesta de la Infancia Misionera hace que inventemos y nos animemos mucho y nos pongamos manos a la obra para hacer el mundo más bonito y a las personas más amigas de Jesús. ¡Casi nada!



Por Xavier Ilundain

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