Evangelio del Domingo por Odres Nuevos
Domingo 4º de Pascua – Ciclo B
Domingo 29 de Abril de 2012
“El buen pastor nos conoce, nos quiere y nos cuida“
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el
buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado,
que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las
ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un
asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco
a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo
conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras
ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y
escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me
ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me
la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para
entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de
mi Padre.»
Palabra del Señor
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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Juan (10,11-18)
José Antonio Pagola
Juan (10,11-18)
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VA CON NOSOTROS
El símbolo de Jesús como pastor bueno
produce hoy en algunos cristianos cierto fastidio. No queremos ser
tratados como ovejas de un rebaño. No necesitamos a nadie que gobierne y
controle nuestra vida. Queremos ser respetados. No necesitamos de
ningún pastor.
No sentían así los primeros cristianos.
La figura de Jesús buen pastor se convirtió muy pronto en la imagen más
querida de Jesús. Ya en las catacumbas de Roma se le representa cargando
sobre sus hombros a la oveja perdida. Nadie está pensando en Jesús como
un pastor autoritario dedicado a vigilar y controlar a sus seguidores,
sino como un pastor bueno que cuida de ellas.
El “pastor bueno” se preocupa de
sus ovejas. Es su primer rasgo. No las abandona nunca. No las olvida.
Vive pendiente de ellas. Está siempre atento a las más débiles o
enfermas. No es como el pastor mercenario que, cuando ve algún peligro,
huye para salvar su vida abandonando al rebaño. No le importan las
ovejas.
Jesús había dejado un recuerdo
imborrable. Los relatos evangélicos lo describen preocupado por los
enfermos, los marginados, los pequeños, los más indefensos y olvidados,
los más perdidos. No parece preocuparse de sí mismo. Siempre se le ve
pensando en los demás. Le importan sobre todo los más desvalidos.
Pero hay algo más. “El pastor bueno da la vida por sus ovejas”.
Es el segundo rasgo. Hasta cinco veces repite el evangelio de Juan este
lenguaje. El amor de Jesús a la gente no tiene límites. Ama a los demás
más que a sí mismo. Ama a todos con amor de buen pastor que no huye
ante el peligro sino que da su vida por salvar al rebaño.
Por eso, la imagen de Jesús, “pastor bueno”,
se convirtió muy pronto en un mensaje de consuelo y confianza para sus
seguidores. Los cristianos aprendieron a dirigirse a Jesús con palabras
tomadas del salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me falta… aunque
camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo… Tu bondad y
tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida”.
Los cristianos vivimos con frecuencia una
relación bastante pobre con Jesús. Necesitamos conocer una experiencia
más viva y entrañable. No creemos que él cuida de nosotros. Se nos
olvida que podemos acudir a él cuando nos sentimos cansados y sin
fuerzas o perdidos y desorientados.
Una Iglesia formada por cristianos que se
relacionan con un Jesús mal conocido, confesado solo de manera
doctrinal, un Jesús lejano cuya voz no se escucha bien en las
comunidades…, corre el riesgo de olvidar a su Pastor. Pero, ¿quién
cuidará a la Iglesia si no es su Pastor?
__________________Primera Lectura
Salmo
Segunda Lectura
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Si quieres utilizar los dibujos de Patxi Velasco para Catequesis, Carteles, etc…, puedes descargarlos aquí:
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