martes, 13 de enero de 2009

IGLESIA y GAZA


Mi muy querido amigo Santiago Agrelo, franciscano y arzobispo de Tánger, nunca reenvía mensajes. Tampoco suele abordar en sus correos electrónicos otras cuestiones que no sean estrictamente pastorales. Sin embargo, ayer incumplió ambas costumbres y nos reenvió un conmovedor e-mail de un cooperante español que está en Gaza porque, nos dice monseñor, «creo que la matanza de Gaza hay que detenerla. Y solo lo puede hacer un rechazo social generalizado. Ni una palabra de justificación para quien mata. Solo un grito de amor para que nadie mate». El fin no justifica los medios. Hoy estamos asistiendo a crímenes contra la humanidad y a una violación sistemática de los derechos humanos, así de claro lo deja Alberto, su autor, en ese correo reenviado. El mundo debe actuar ahora e intensificar las llamadas al boicot, a la desinversión y las sanciones contra Israel. Los Gobiernos deben pasar de la condena de estos ataques a obligar a Israel a acabar con la ofensiva y con el bloqueo de Gaza. Es terriblemente triste. Esta masacre no traerá seguridad ni permitirá formar parte al Estado de Israel de Medio Oriente: las llamadas a la venganza ya se oyen por todas partes alrededor del mundo. Esta acción solo fomenta, aún más, el fanatismo y el odio. Parece mentira que el pueblo judío no aprendiese nada del holocausto nazi. Y lo mismo que ellos tenían derecho a formar su propio Estado, absolutamente lo mismo cabe decir del pueblo palestino. Hay que sembrar concordia, como ha dicho Benedicto XVI. Ojalá que la Conferencia Episcopal Española se sume pronto a estos esfuerzos y alce su voz contra esta barbarie.

Publicado en La Voz de Galicia por José Ramón Amor Pan

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