¡Perdono, y aunque me cueste, olvido!
Tú conoces mi corazón rácano, Jesús.
Tú sabes cómo funciona mi memoria,
y la cuenta que lleva de los fallos que me hacen...
Límpiame de todo recuerdo de aquello que me hicieron.
Regálame, Señor, una memoria sana.
Ayúdame a olvidar y que mi rencor no lleve cuenta de nada.
Líbrame, Tú, de la vanidad exigente,
que me hace regañarme y no aceptarme como soy.
Susúrrame que los fallos son oportunidades para crecer.
Me exijo, y exijo demasiado a los demás.
Dame, Señor, un corazón tolerante para mí y para los otros.
Enséñame a perdonar a tu manera: sin fin.
Jesús, pongo ante Ti los nombres
de todos aquellos que me hicieron algún daño.
Quiero perdonarlos contigo,
y quedarme con el corazón limpio de memorias dolientes.
Dame amnesia, Señor, que olvide todo,
vacía mi mente de todos los rencores,
que acepte todo lo que me dolió como parte de mi historia,
como semilla de lo que hoy soy,
de lo que Tú y la vida habéis hecho conmigo.
Me perdono contigo por mis fallos, mis desaciertos,
mis prisas, mis malos humores, mi falta de risa.
Siento, Señor, que eres perdón y que me envuelves.
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