TODOS SOMOS IGUALES POR EL BAUTISMO. LIBRES Y ESCLAVOS, HOMBRES Y MUJERES
El genuino Pablo pensaba así. El bautismo es algo muy, muy importante. El Papa de Roma es más importante por ser bautizado que por ser Papa de Roma. Debemos recuperar esa importancia del bautismo que se perdió en la Iglesia cuando el cristianismo se convirtió en un fenómeno social y socializante, donde lo normal era que todos fuesen cristianos y se bautizaba a recién nacidos sin catecumenados ni procesos de madurez en la fe, posponiéndose ese hecho al sacramento de la confirmación.
Muchos pastoralistas se preguntan si no sería necesario volver a un bautismo enmarcado en el proceso de la fe, después de un catecumenado personalizador de la fe. Pero, parece ser que, si Lutero no lo consiguió ni entre los suyos, pues difícilmente lo vamos a realizar nosotros después de tantos siglos de práctica habitual en la vida de la Iglesia.
Sigamos regalando un sacramento que se ha ido desvirtuando de toda su extrema importancia.
La igualdad en el bautismo, hace que no haya esclavos ni señores, como le dirá San Pablo a Filemón sobre su esclavo Onésimo.
En 1906 aparece una pintura del siglo VI en una cueva de Éfeso, en la ladera de una montaña. Esa cueva se llama de Bürbül Dag. Lo significativo de esa pintura es que aparecen dos personajes de igual altura y con la misma postura. Son una mujer evangelizadora llamada Tecla y en su misma posición de docente y con igual tamaño a Pablo. Representar a los dos personajes en igual altura en aquella época era platear su igual importancia.
Cuando visitamos Turquía nos encontramos con la guerra iconoclasta, que hace que prácticamente ninguna imagen conserve los ojos. Para ese mundo oriental la anulación de los ojos anula la capacidad de actividad del icono.
En la pintura de Bürbül Dag Tecla tiene los ojos raspados, pero los ojos de Pablo están intactos. Es muy posible que la cueva hubiese quedado oculta desde muy antiguo, no teniendo acceso nadie a ella durante la guerra iconoclasta.
Es muy posible que fuesen las propias comunidades las que raspasen los ojos de Tecla y conservasen intacto a Pablo, que había residido en Éfeso tres años, y que había dejado una afectiva impronta.
Pese a nuestros prejuicios en torno al sacerdocio femenino, nadie niega hoy la presencia de mujeres evangelizadoras en los primeros momentos de la Iglesia. Prefiero llamarlas “evangelizadoras” y no “sacerdotes”, porque en aquellos momentos de inicio del cristianismo es precipitado y forzado aplicar nuestros modelos actuales de sacerdocio. Cuando lo que prima es verdaderamente la evangelización, el género era lo de menos, y ellas habían dado la cara desde el primer momento al anunciarlo como resucitado. La tradición y la configuración del ministerio ordenado a lo largo del tiempo ha dado lugar a la exclusión de la mujer en el papel evangelizador desde el ministerio ordenado, mientras la mujer nos ha mostrado su protagonismo en su rol de presencia y compromiso con la Iglesia y la evangelización. No sé que le habría parecido esto a Pablo, hay cosas que nunca podremos llegar a saber, pero seguro que su urgencia por expandir la Buena Noticia le haría pasar del tema; quizá se reiría de nosotros, de nuestras formalidades y estructuras humanas. Quizá nos llamaría a gastar energías en otros problemas más fundamentales en la vida de la Iglesia como la recuperación del valor del bautismo en la vida de los cristianos.
El mundo de Tarso de Cilicia de donde era originario Pablo era un rico mundo filosófico, abierto al comercio del Mediterráneo, a los pueblos y a las culturas. La mujer estaba mejor integrada socialmente de lo que ha llegado hasta nosotros a través de las cartas paulinas. Fueron las cartas que denominamos deuteropaulinas, y un posterior momento en el cristianismo el que fue marginando a una mujer en la vida de los pueblos y en el mismo entorno del cristianismo. Las frases misóginas en la obra de Pablo chirrían y manifiestan la fuerte sospecha del añadido posterior. Sucede lo mismo con formas de moralina que está siempre presente en las cartas deuteropaulinas.
El Pablo de sus siete cartas genuinas: Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses, y Filemón, mantiene la igualdad del hombre y de la mujer, del esclavo y del Señor mediante el bautismo. Muchas mujeres serán las mecenas de Pablo, como Lidia, que será su primera bautizada en tierras helénicas, junto a la Vía Egnatia. Pablo convive y trabaja con aquel matrimonio de Aquila y Priscila.
Pablo no fue un misógino. Pesó en él sus raíces judías y fariseas, pero dio importantes pasos para su tiempo al respecto. Las primeras comunidades no fueron misóginas, e incluso reconocían que el papel de las mujeres, como lo hacen en los evangelios cuando dicen que permanecían junto a la Cruz de Jesús o que fueron con María Magdalena las primeras en vivir la resurrección. E incluso reconocieron su error no de no estimar, por el hecho de ser mujeres, su testimonio de que Jesús había resucitado. Fue un segundo momento, muy acorde con lo que sucedió con las normas hacía la mujer en el mundo judío posterior a la caída del templo de Jerusalén en el año 70, el que fue creando esa marginación.
En los evangelios suele haber discípulos del Señor, sólo en evangelios o fragmentos más judaízantes como es el caso de Mateo, se habla de los DOCE, y se comienza a marginar a las mujeres. Si aquellos seguidores de Pablo habían sido paganos simpatizantes con el mundo judío, pues las comunidades que Pablo dejó tendrían mucho de ese judaísmo que estaba naciendo, después de la destrucción del templo, menos tolerante con la mujer, más patriarcal y muy moralizante en el sentido del seguimiento de infinidad de leyes positivas.
En el 1997, sonó la voz de algún que otro cardenal (Martini) que solicitó un Sínodo dedicado a la mujer en la vida de la Iglesia. Queda pendiente en la teología actual un mayor conocimiento y trabajo del papel de la mujer en la Iglesia. Teólogas feministas como Mercedes Navarro Puerto, abren una perspectiva nueva en el análisis de los textos bíblicos descubriendo, desde la psicología y desde las ciencias sociales, la mano de la mujer detrás de muchos textos veterotestamentarios. Incluso podemos llegar a la conclusión que el mundo judío tuvo a más mujeres protagonistas de su historia que Rut, Judith o Esther, pero que el judaísmo patriarcal fue relegando detrás del protagonismo de los hombres, especialmente desde las manos que rehicieron la Biblia en las diferentes etapas.
La teología es, y debe ser una ciencia libre. Otra cosa es que Roma deba marcar lo que se acepta en la doctrina y lo que no, pero los teólogos han de tener la libertad para investigar sobre cualquier tema. No cabe decir nunca: de este tema no se estudia más. A veces, el llevar la contraria o el prohibir algo es la mejor llave para que se estudie y se le dediquen esfuerzos que de otro modo, no se le hubiesen dedicado.
ÉFESO. EL CONSULADO DE PABLO
Pablo conoció la ciudad más bonita del mundo: Éfeso. No sólo porque era grande y estupendamente edificada, sino porque Pablo como gran estratega sabía donde estaba Éfeso dentro del mapa del Mediterráneo. Éfeso era un centro neurálgico de comunicaciones. Era el lugar indicado para instalar su “consulado”, trabajar allí curtiendo lonas, y enviar desde allí la mayor parte de sus cartas. Tres años permaneció Pablo en Éfeso.
UN MENSAJE DE RESPUESTA PASTORAL CONCRETA ANTE LOS PROBLEMAS CONCRETOS DE CADA COMUNIDAD
No es verdad que Pablo fuese un idealista. Siempre va a ir directo al problema, atajando la situación desde las causas y no desde las manifestaciones del mismo.
En todas ellas escribe para responder a los discípulos a quienes Pablo había convertido al cristianismo sobre aquellos judíos celosos que pretendían hacer volver a sus antiguos discípulos a la sinagoga.
Luego en concreto, en cada carta a cada problema específico:
Su primera carta será la de Tesalonicenses, estamos en al año 51, durante el segundo viaje misionero. Los discípulos comienzan a morirse antes de la venida de la Parusía, la comunidad duda sobre su futuro en la vida con Dios Padre. Pablo va a tratar su carta sobre el tema de la Resurrección.
En su segunda carta, la de los Gálatas, estamos en el año 54, en el tercer viaje misional, ya organizando aquella gran colecta para ayudar a la pobreza de la comunidad madre de Jerusalén. Los gálatas eran como los gallegos. En Galicia no se ejecutaron meigas, “María Soliña murió de vieja”. Mentíamos como cosacos y decíamos profesar lo que nos pidieran, luego haríamos lo que nos daría la gana.
San Rosendo mismo se encontró con ese problema, aquellos cristianos lo eran de bautismo, pero seguían rindiendo culto a sus viejas supersticiones, a sus antiguos dioses paganos. Pues eso mismo es lo que sucede con los Gálatas. Pablo les mostrará a Cristo como único modelo, responderá a los judíos rigoristas con su mensaje de la libertad cristiana, donde la ley sólo esclaviza, y cuanto más se intenta cumplir, menos se cumple.
La tercera carta, la primera a los Corintios, Pablo escribe en el tercer viaje misionero entre los años 54 y 57, llamando la atención a los lujos y desenfrenos del mundo de Corinto. Pablo responde a la división interna por el seguimiento de nuevos líderes, corrige casos de inmoralidad, explica cómo se debe hacer adecuadamente lo celebrativo, muestra los carismas verdaderos, entre ellos el amor de la carta de las bodas (como dice todo el mundo cuando se acerca a las parroquias para preparar la liturgia de su boda: “yo quiero las lecturas de la boda de la infanta”), y el problema de la resurrección de los muertos, por causas semejantes a las acontecidas en Tesalónica.
La Carta a los Filipenses, escrita en el año 56, donde Pablo responde con cariño a la generosidad y hospitalidad de una comunidad que lo trató debidamente, donde Pablo se encuentra prisionero, probablemente por la revuelta de los plateros de la diosa Artemisa que yo siempre comparo con las floristerías en difuntos. Los plateros fueron a por Pablo porque predicaba que no eran necesarias las ofrendas de plata a la diosa Artemisa. Pablo siempre estropeando los negocios. Tampoco los curas debemos ser muy queridos por las floristerías cuando llamamos a nuestros fieles a no poner flores y más flores a nuestros difuntos, sino a cuidarlos en vida. Algún día seremos encarcelados como Pablo por denuncias de las floristerías.
Filipenses es una carta cristológica fundamentalmente por un himno que hasta hemos aprendido de memoria, porque de la memoria procede y de la memoria de la comunidad la recogió Pablo como himno cristológico: Cristo, a pesar de su condición divina...
Romanos será el culmen, la carta donde Pablo resume toda su doctrina, todo su pensamiento de un modo magistral. Pablo respeta una comunidad que considera referente, y al dirigirse a ella lo hará con una carta credencial extremadamente cuidada hasta el último detalle. La carta a los romanos, es quizá, el primer tratado de Teología que se ha realizado en el cristianismo. Todo está en Romanos, escrita entre el año 57 y el 58.
Finalmente la carta a Filemón, que ya he mencionado, escrita cuando Pablo está siendo llevado prisionero a Roma.
UN TESORO EN VASIJAS DE BARRO
Tampoco Pablo es un engreído, pone siempre a Cristo como ejemplo, y todo lo remite a Cristo. Sabe que de lo que es capaz es por gracia. Es consciente de sus limitaciones (Flp 3, 13). No es celoso de que otros prediquen a Cristo ni intenta monopolizar su visión del Señor (Flp 1, 15-18). El evangelio es un tesoro, que se nos ha confiado a nosotros, vasijas de barro. Portadores de una palabra que nos sobrepasa, y que solo contando con la ayuda de Dios podemos poner por obra.
Xabier Martínez, segunda parte do borrador da conferencia sobre San Pablo do inicio do curso de teoloxía na diócese.
El genuino Pablo pensaba así. El bautismo es algo muy, muy importante. El Papa de Roma es más importante por ser bautizado que por ser Papa de Roma. Debemos recuperar esa importancia del bautismo que se perdió en la Iglesia cuando el cristianismo se convirtió en un fenómeno social y socializante, donde lo normal era que todos fuesen cristianos y se bautizaba a recién nacidos sin catecumenados ni procesos de madurez en la fe, posponiéndose ese hecho al sacramento de la confirmación.
Muchos pastoralistas se preguntan si no sería necesario volver a un bautismo enmarcado en el proceso de la fe, después de un catecumenado personalizador de la fe. Pero, parece ser que, si Lutero no lo consiguió ni entre los suyos, pues difícilmente lo vamos a realizar nosotros después de tantos siglos de práctica habitual en la vida de la Iglesia.
Sigamos regalando un sacramento que se ha ido desvirtuando de toda su extrema importancia.
La igualdad en el bautismo, hace que no haya esclavos ni señores, como le dirá San Pablo a Filemón sobre su esclavo Onésimo.
En 1906 aparece una pintura del siglo VI en una cueva de Éfeso, en la ladera de una montaña. Esa cueva se llama de Bürbül Dag. Lo significativo de esa pintura es que aparecen dos personajes de igual altura y con la misma postura. Son una mujer evangelizadora llamada Tecla y en su misma posición de docente y con igual tamaño a Pablo. Representar a los dos personajes en igual altura en aquella época era platear su igual importancia.
Cuando visitamos Turquía nos encontramos con la guerra iconoclasta, que hace que prácticamente ninguna imagen conserve los ojos. Para ese mundo oriental la anulación de los ojos anula la capacidad de actividad del icono.
En la pintura de Bürbül Dag Tecla tiene los ojos raspados, pero los ojos de Pablo están intactos. Es muy posible que la cueva hubiese quedado oculta desde muy antiguo, no teniendo acceso nadie a ella durante la guerra iconoclasta.
Es muy posible que fuesen las propias comunidades las que raspasen los ojos de Tecla y conservasen intacto a Pablo, que había residido en Éfeso tres años, y que había dejado una afectiva impronta.
Pese a nuestros prejuicios en torno al sacerdocio femenino, nadie niega hoy la presencia de mujeres evangelizadoras en los primeros momentos de la Iglesia. Prefiero llamarlas “evangelizadoras” y no “sacerdotes”, porque en aquellos momentos de inicio del cristianismo es precipitado y forzado aplicar nuestros modelos actuales de sacerdocio. Cuando lo que prima es verdaderamente la evangelización, el género era lo de menos, y ellas habían dado la cara desde el primer momento al anunciarlo como resucitado. La tradición y la configuración del ministerio ordenado a lo largo del tiempo ha dado lugar a la exclusión de la mujer en el papel evangelizador desde el ministerio ordenado, mientras la mujer nos ha mostrado su protagonismo en su rol de presencia y compromiso con la Iglesia y la evangelización. No sé que le habría parecido esto a Pablo, hay cosas que nunca podremos llegar a saber, pero seguro que su urgencia por expandir la Buena Noticia le haría pasar del tema; quizá se reiría de nosotros, de nuestras formalidades y estructuras humanas. Quizá nos llamaría a gastar energías en otros problemas más fundamentales en la vida de la Iglesia como la recuperación del valor del bautismo en la vida de los cristianos.
El mundo de Tarso de Cilicia de donde era originario Pablo era un rico mundo filosófico, abierto al comercio del Mediterráneo, a los pueblos y a las culturas. La mujer estaba mejor integrada socialmente de lo que ha llegado hasta nosotros a través de las cartas paulinas. Fueron las cartas que denominamos deuteropaulinas, y un posterior momento en el cristianismo el que fue marginando a una mujer en la vida de los pueblos y en el mismo entorno del cristianismo. Las frases misóginas en la obra de Pablo chirrían y manifiestan la fuerte sospecha del añadido posterior. Sucede lo mismo con formas de moralina que está siempre presente en las cartas deuteropaulinas.
El Pablo de sus siete cartas genuinas: Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses, y Filemón, mantiene la igualdad del hombre y de la mujer, del esclavo y del Señor mediante el bautismo. Muchas mujeres serán las mecenas de Pablo, como Lidia, que será su primera bautizada en tierras helénicas, junto a la Vía Egnatia. Pablo convive y trabaja con aquel matrimonio de Aquila y Priscila.
Pablo no fue un misógino. Pesó en él sus raíces judías y fariseas, pero dio importantes pasos para su tiempo al respecto. Las primeras comunidades no fueron misóginas, e incluso reconocían que el papel de las mujeres, como lo hacen en los evangelios cuando dicen que permanecían junto a la Cruz de Jesús o que fueron con María Magdalena las primeras en vivir la resurrección. E incluso reconocieron su error no de no estimar, por el hecho de ser mujeres, su testimonio de que Jesús había resucitado. Fue un segundo momento, muy acorde con lo que sucedió con las normas hacía la mujer en el mundo judío posterior a la caída del templo de Jerusalén en el año 70, el que fue creando esa marginación.
En los evangelios suele haber discípulos del Señor, sólo en evangelios o fragmentos más judaízantes como es el caso de Mateo, se habla de los DOCE, y se comienza a marginar a las mujeres. Si aquellos seguidores de Pablo habían sido paganos simpatizantes con el mundo judío, pues las comunidades que Pablo dejó tendrían mucho de ese judaísmo que estaba naciendo, después de la destrucción del templo, menos tolerante con la mujer, más patriarcal y muy moralizante en el sentido del seguimiento de infinidad de leyes positivas.
En el 1997, sonó la voz de algún que otro cardenal (Martini) que solicitó un Sínodo dedicado a la mujer en la vida de la Iglesia. Queda pendiente en la teología actual un mayor conocimiento y trabajo del papel de la mujer en la Iglesia. Teólogas feministas como Mercedes Navarro Puerto, abren una perspectiva nueva en el análisis de los textos bíblicos descubriendo, desde la psicología y desde las ciencias sociales, la mano de la mujer detrás de muchos textos veterotestamentarios. Incluso podemos llegar a la conclusión que el mundo judío tuvo a más mujeres protagonistas de su historia que Rut, Judith o Esther, pero que el judaísmo patriarcal fue relegando detrás del protagonismo de los hombres, especialmente desde las manos que rehicieron la Biblia en las diferentes etapas.
La teología es, y debe ser una ciencia libre. Otra cosa es que Roma deba marcar lo que se acepta en la doctrina y lo que no, pero los teólogos han de tener la libertad para investigar sobre cualquier tema. No cabe decir nunca: de este tema no se estudia más. A veces, el llevar la contraria o el prohibir algo es la mejor llave para que se estudie y se le dediquen esfuerzos que de otro modo, no se le hubiesen dedicado.
ÉFESO. EL CONSULADO DE PABLO
Pablo conoció la ciudad más bonita del mundo: Éfeso. No sólo porque era grande y estupendamente edificada, sino porque Pablo como gran estratega sabía donde estaba Éfeso dentro del mapa del Mediterráneo. Éfeso era un centro neurálgico de comunicaciones. Era el lugar indicado para instalar su “consulado”, trabajar allí curtiendo lonas, y enviar desde allí la mayor parte de sus cartas. Tres años permaneció Pablo en Éfeso.
UN MENSAJE DE RESPUESTA PASTORAL CONCRETA ANTE LOS PROBLEMAS CONCRETOS DE CADA COMUNIDAD
No es verdad que Pablo fuese un idealista. Siempre va a ir directo al problema, atajando la situación desde las causas y no desde las manifestaciones del mismo.
En todas ellas escribe para responder a los discípulos a quienes Pablo había convertido al cristianismo sobre aquellos judíos celosos que pretendían hacer volver a sus antiguos discípulos a la sinagoga.
Luego en concreto, en cada carta a cada problema específico:
Su primera carta será la de Tesalonicenses, estamos en al año 51, durante el segundo viaje misionero. Los discípulos comienzan a morirse antes de la venida de la Parusía, la comunidad duda sobre su futuro en la vida con Dios Padre. Pablo va a tratar su carta sobre el tema de la Resurrección.
En su segunda carta, la de los Gálatas, estamos en el año 54, en el tercer viaje misional, ya organizando aquella gran colecta para ayudar a la pobreza de la comunidad madre de Jerusalén. Los gálatas eran como los gallegos. En Galicia no se ejecutaron meigas, “María Soliña murió de vieja”. Mentíamos como cosacos y decíamos profesar lo que nos pidieran, luego haríamos lo que nos daría la gana.
San Rosendo mismo se encontró con ese problema, aquellos cristianos lo eran de bautismo, pero seguían rindiendo culto a sus viejas supersticiones, a sus antiguos dioses paganos. Pues eso mismo es lo que sucede con los Gálatas. Pablo les mostrará a Cristo como único modelo, responderá a los judíos rigoristas con su mensaje de la libertad cristiana, donde la ley sólo esclaviza, y cuanto más se intenta cumplir, menos se cumple.
La tercera carta, la primera a los Corintios, Pablo escribe en el tercer viaje misionero entre los años 54 y 57, llamando la atención a los lujos y desenfrenos del mundo de Corinto. Pablo responde a la división interna por el seguimiento de nuevos líderes, corrige casos de inmoralidad, explica cómo se debe hacer adecuadamente lo celebrativo, muestra los carismas verdaderos, entre ellos el amor de la carta de las bodas (como dice todo el mundo cuando se acerca a las parroquias para preparar la liturgia de su boda: “yo quiero las lecturas de la boda de la infanta”), y el problema de la resurrección de los muertos, por causas semejantes a las acontecidas en Tesalónica.
La Carta a los Filipenses, escrita en el año 56, donde Pablo responde con cariño a la generosidad y hospitalidad de una comunidad que lo trató debidamente, donde Pablo se encuentra prisionero, probablemente por la revuelta de los plateros de la diosa Artemisa que yo siempre comparo con las floristerías en difuntos. Los plateros fueron a por Pablo porque predicaba que no eran necesarias las ofrendas de plata a la diosa Artemisa. Pablo siempre estropeando los negocios. Tampoco los curas debemos ser muy queridos por las floristerías cuando llamamos a nuestros fieles a no poner flores y más flores a nuestros difuntos, sino a cuidarlos en vida. Algún día seremos encarcelados como Pablo por denuncias de las floristerías.
Filipenses es una carta cristológica fundamentalmente por un himno que hasta hemos aprendido de memoria, porque de la memoria procede y de la memoria de la comunidad la recogió Pablo como himno cristológico: Cristo, a pesar de su condición divina...
Romanos será el culmen, la carta donde Pablo resume toda su doctrina, todo su pensamiento de un modo magistral. Pablo respeta una comunidad que considera referente, y al dirigirse a ella lo hará con una carta credencial extremadamente cuidada hasta el último detalle. La carta a los romanos, es quizá, el primer tratado de Teología que se ha realizado en el cristianismo. Todo está en Romanos, escrita entre el año 57 y el 58.
Finalmente la carta a Filemón, que ya he mencionado, escrita cuando Pablo está siendo llevado prisionero a Roma.
UN TESORO EN VASIJAS DE BARRO
Tampoco Pablo es un engreído, pone siempre a Cristo como ejemplo, y todo lo remite a Cristo. Sabe que de lo que es capaz es por gracia. Es consciente de sus limitaciones (Flp 3, 13). No es celoso de que otros prediquen a Cristo ni intenta monopolizar su visión del Señor (Flp 1, 15-18). El evangelio es un tesoro, que se nos ha confiado a nosotros, vasijas de barro. Portadores de una palabra que nos sobrepasa, y que solo contando con la ayuda de Dios podemos poner por obra.
Xabier Martínez, segunda parte do borrador da conferencia sobre San Pablo do inicio do curso de teoloxía na diócese.
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